Yo se que
comer es un placer. Es algo rico que reconforta. Y normalmente asociamos esa
sensación de placer a las comidas que menos nos benefician pero que nos causan
hasta adicción (azúcares, grasas y carbohidratos refinados).
Por otro lado
también sé que es desagradable sentirse íncomodo con su cuerpo, tener pesares
causados por el sobrepeso, y que la ropa simplemente no te quede como desees. Estar
gordito no es un camino fácil.
Por eso es que
buscamos soluciones. Algo que nos ayude a llegar a ese punto donde queremos
estar (en nuestro peso correcto y sanos) y sentirnos cómodos y tranquilos.
La gran
mentira viene cuando queremos hacer esto pero no queremos cambiar lo que
habíamos estado haciendo. Queremos tener unas piernas firmes, pero “que
fastidio hacer ejercicio” o queremos una barriguita plana pero no dejar ese
cereal azucarado que nos comemos o el pan con queso, o los refrescos, o los
chocolates, o diga usted lo que quiera. Si esas cosas nos llevaron al punto de
que nuestro pantalón nos molesta, debemos ser sinceros y no echarle la culpa ni
a la edad, ni al poco tiempo, ni a la vida ajetreada. La culpa la tienen
nuestras decisiones.
La gran
mentira viene también cuando te dicen que vas a perder peso y vas a seguir
comiendo “todo lo que deseas”. Si alguien les viene con ese cuento, huyan. Si están
gorditos por comer donas o refrescos, no piensen que ellas van a seguir siendo
parte de su dieta diaria. Punto. Es una mentira y la cosa simplemente no
funciona así.
Funciona es
cambiar hábitos, viendo la comida sana como algo bueno (y también sabroso) e
incluyendo el ejercicio como parte de tu vida. Máquinas mágicas que queman los
abdominales, la dieta donde comes todo lo que te gusta, la pastilla que te hace
adelgazar mientras duermes, y el continuar con tus hábitos poco saludables, son
una gran mentira.
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